¿Debería olvidarme de mis ambiciones?
De otra parte, pues estamos en tono de confidencia, por lo que prosigo... Mi “apartamento” (yo decía así, a falta de otro término, para describir el lugar infectado y exiguo que habitaba) era tan deprimente que yo prefería pasar el mayor tiempo posible en mi “Yellow Cab” antes que inflingirme el espectáculo de mis cuatro muros de dudoso color... Y paso en silencio los singulares olores de que estos lugares hacen gala...
¿Qué forma tomaban mis meditaciones? Ellas eran muy simples...
Cuando mi carro se detenía, mientras yo hacía la fila en el aeropuerto con mis “colegas”, yo
frecuentemente me preguntaba (y estos pensamientos no dejaban de inquietarme)
- ¿Otros chóferes, hace años, no tenían acaso los mismo sueños que yo?
- ¿Tuvieron ellos un día, como yo, el sueño de llevar la gran vida?, O ¿al menos el de tener
un empleo respetable y respetado?
- ¿Tuvieron ellos como yo, grandes ambiciones que, las circunstancias les obligaron a
enterrar?
Pensamientos terribles, y en todo caso que me aterrorizaban. Quién sabe, quizá con algunos rechazos de más y algunas deudas suplementarias (yo tenía ya muchas) pues no lograba (pero ¿quién sí?) adaptar mis gastos y mis gustos (extravagantes con frecuencia) en función de mis irrisorias inversiones... Sí quien sabe, quizá con algunos rechazos de más en las en las grandes cajas donde en vano golpeaba, me rehusaba a la idea de pasar toda mi vida en mi “Yellow Cab”...
Felizmente, mi mirada no se plantaba únicamente en mis colegas de trabajo, sino también en mis pasajeros... Había más esperanza de este lado, me parecía a mí...
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