PUERTAS DEL LOGRO

Un embotellamiento me abre las puertas del logro.

Uno de mis frecuentes pasajeros era un hombre de unos cuarenta años de agradable apariencia. Sonreía casi siempre. O más precisamente, imperceptible sonrisa flotaba en sus labios. ¿Le sonreía él a la vida? O ¿me sonreía él?. Cuestión difícil de franquear.

La vida está llena de lo que uno cree golpes de azar. Al reflexionar, con esta distancia que sólo el tiempo permite, uno se da cuenta que no se trata sólo de azar o de coincidencia: no son sino las rutas secretas que las circunstancias toman para que nuestros más profundos deseos se realicen, al que nuestra mente sea correctamente dirigida...

Es a un embotellamiento al que debo mis logros. Y sí, esto puede parecer sorprendente.

Pero conduciendo al aeropuerto a ese simpático pasajero (cuyo nombre es John Goldsmith) hubo un terrible embotellamiento como de seguido los hay en Nueva York, y en las otras capitales, supongo...

Sí, debo mis logros a un embotellamiento, y también a una elemental audacia.
Frecuentemente, tenemos tendencia a olvidar, por malestar o porque creemos que aquello no se hace, que cuando queremos saber algo, es suficiente con pedirlo...

Esta regla de oro puede parecer un poco simplista pero los años me han demostrado que

era tan fundamental que valía la pena ponerla en evidencia.

                                                                                                                                                                                                Mark Fischer
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