TESTIMONIO
- Esta es la historia
de una vida, mi vida, y de una victoria que no es mía, porque es de Cristo.
- Yo nací en una familia de obreros, pobres pero
con lo necesario para vivir, soy el mayor de dos hermanos, en la actualidad
tengo 35 años.
- Cuando apenas tenía 10 años mi madre enfermó de
gravedad, cáncer, una enfermedad que la postro en cama largas temporadas hasta
el momento de su muerte.
- No se si fue por eso o por mi propio carácter
pero yo siempre fui un niño tímido e introvertido, me costaba comunicarme con
los demás. Pero a la edad de 13 años probé el alcohol y todo cambió me sentía
desinhibido, era el rey de la fiesta. En poco tiempo me presentaron a los
cigarrillos de hacheéis y marihuana "porros" y eso si que era buena
onda, mas tarde fueron las anfetaminas y L.S.D, cada escalón era todavía mejor
que el anterior y en menos de 2 años me había convertido en autentico experto
en todo lo que tuviera que ver con drogas "blandas".
- En casa me había transformado en un ser
violento y despreciable que golpeaba con saña a mi hermano menor y faltaba el
respeto a mis padres. Mi padre intentó disciplinarme, pero todo era inútil. Por
aquel entonces conocí a la que ahora es mi esposa, Montse, con ella llevaba una
doble vida, la engañaba, me comportaba como un caballero para conquistarla,
aunque en aquel momento de mi vida mentir no era complicado, pues me había
convertido en el príncipe de la mentira, el engaño y la estafa.
- Al cumplir los 18 años me marche de casa "
ya no necesitaba a nadie", y mucho menos la mirada de reproche de mi padre
que veía como me estaba perdiendo, me fui y deje solo a mi hermano al cargo de
mi madre moribunda, pues mi padre tenía que trabajar muchas horas para mantener
la casa. Poco a poco todas estas personas se convertirían en victimas de lo que
sería mi vida.
- Al cumplir los 19 alguien me presento a la que
estuvo a punto de quitarme la vida, "la heroína", apenas la conocí y
caí rendido en sus brazos, me conquistó, se hizo la dueña absoluta de mi vida
sin que yo me diera cuenta. Durante algunos años estuve jugando con
"ella", o "ella" con migo mejor dicho, pensé que podría
engañarla, que yo nunca sería como uno de aquellos yonquies que andan
mendigando una dosis por las cloacas de la ciudad, ¿quien, yo? No amigo, eso es
imposible.
- Que equivocado estaba, en aquellos meses me
case con Montse y murió mi madre casi seguido, cuantas veces le he dado las
gracias a Dios de que no permitió que mi madre viviera aquel infierno. Cuando
nació mi hija mayor pensé que era un buen momento para dejarlo, ahora tenía una
nueva motivación, pero aquello ya era imposible, ahora la heroína había tomado
el mando y yo iría donde ella quisiera.
- Montse intento que reconociera mi adicción con
la promesa de que me ayudaría con los médicos, pero yo la trataba de loca y
volvía a salir una noche más. Hasta que un día mi hija, Patri, encontró los
artilugios que utilizaba para inyectarme, olvidados por mí en el lavabo en mi
locura. Eso fue la gota que colmo el baso, Montse se fue, cogió algo de sus
cosas y de la niña y se fueron, se marcho harta de luchar con la barrera que yo
había levantado entre los dos y al marchar se llevó lo único limpio que quedaba
en mi vida, mi Hija Patricia.
- Entonces todo fue una carrera desbocada, en
pocos meses me deterioré tanto como aquellos yonquies de los que hablábamos
antes, solo sin dinero, sin amigos sin nadie pues mi padre y mi hermano no querían
ni verme tras haberles intentad robar a los dos, decidí hacer lo que hacen los
cobardes, suicidarme, así que con mis últimos recursos compre una dosis doble
de lo que habitualmente consumía y me la inyecte, al momento caí fulminado, no
recuerdo nada de aquellas horas, se que me desperté mas tarde en la sala de
cuidados intensivos del hospital de la ciudad, lleno de tubos y de cables lo
primero que pude distinguir fue la mirada de mi padre, estaba allí mirándome,
pero esta vez su mirada no era de reproche sino de pena, aquella mirada pude
verla durante mucho tiempo cada vez que cerraba los ojos.
- Viendo que no servía ni para quitarme la vida,
decidí probar el otro camino y librar mi particular lucha contra aquella que
asta ahora siempre había salido vencedora, la heroína. Busque yo solo, pues no
quería ser una carga para nadie mas, un centro cristiano, en aquel entonces yo
era un orgulloso ateo el motivo de que el centro fuera cristiano era que aquí
en España solo los centros evangélicos son gratuitos y mi mas que escaso
capital me obligaba a pasar por encima de mis convicciones.
- Recuerdo el día en que ingresé como si fuera
esta misma mañana, y se que no lo olvidaré mientras viva, bueno ni aun después,
aquellos muchachos me agasajaron con sus cuidados y su amor de tal manera que
quedé abrumado. No podía comprenderlo, aquellos chicos hace solo unos años o
incluso unos meses eran adictos igual que yo, tipos duros, tipos de la calle
curtidos en mil batallas y ahora estaban hablando de amor, me cuidaban y velaban
durante la noche cuando los dolores provocados por el síndrome de abstinencia
se hacía todavía mayores. Además podía oírlos como oraban por mi durante esos
amargos momentos, y entonces yo empecé a interrogarles, ¿por que hacían
aquello? Y además ¿ por que estaban siempre tan gozosos? Yo sabía por los
testimonios que escuchaba en los cultos dominicales que muchos de ellos tenían
detrás una historia mucho más terrible que la mía y estaban allí gozosos,
siempre cantando alabanzas y mostrándose amables y cariñosos.
- Entonces ellos me hablaron de Jesús, de su
inmenso amor, de su perdón... Ya esta, yo quiero apuntarme en esa lista, rápido
yo quiero estar como ustedes, ahora, ya.
- Con el tiempo comprendí que las cosas no son
así, empecé a leer en su Palabra cosas que llegaban hasta mi corazón, leí que
El me amaba, incluso antes de que yo hubiera nacido, leí también que si buscaba
primero su Reino y su Justicia El iba a devolverme todo lo que la droga me
había quitado, y poco a poco todas aquellas promesas fueron haciéndose mías
casi sin que me diera cuenta. Leí también que El había sufrido mucho por lo
tanto sería la persona ideal para comprender mi sufrimiento y los días pasaban
y El continuó hablándome a través de su Palabra.
- Hasta que una noche cuando estaba orando y
pidiéndole como siempre, de repente deje de pensar en mi por un momento y
empecé a pensar en El, en el terrible momento de la Cruz, solo, abandonado por
los que le seguían, abandonado también por sus amigos y hasta su Padre le dio
al espalda, pues no podía estar allí por que El estaba llevando los pecados de
todos nosotros ¿pueden imaginárselo?. Aquella noche fue la más feliz de mi vida
a pesar de que lloré durante oras, pude experimentar su perdón, su consuelo y
su sanidad mental. Además hice un trato con El no me separaría jamás de alguien
que me ama tanto.
- Hoy puedo decirles que no he sido defraudado,
desde ese momento mi buen Dios me ha colmado de bendiciones, dos meses mas
tarde me bauticé, mi esposa, sin que ella misma acertara a decirme el porque,
empezó a visitarme y por su puesto me trajo a mi pequeña. A través de mi
testimonio el Señor me hico otro gran regalo y es que ella también conoció a
Cristo y le entregó su corazón.
- Un año y medio después de mi ingreso me
rehabilité para la sociedad y sobre todo para la gloria de Dios. Cristo había
vencido la batalla por mi, por fin era libre. Mi padre después de ver el cambio
que había en mi vida me presto dinero suficiente para comprar la casa que ahora
tenemos. El Señor no solo me devolvió a mi hija, sino que nos ha bendecido con
otra hermosa niña, Sara, que colma nuestro hogar de risas y alegría. También se
encargo Dios de lo material y con la ayuda de un hermano en Cristo conseguí el
empleo que tengo ahora, jefe de producción de una importante constructora aquí
en Barcelona, se encargo también Dios de facilitarme una congregación donde
poder servirle pues El sabía que ese era nuestro anhelo desde que abandone el
centro y así mi esposa y yo llegamos a la Iglesia Evangélica de Viladecans,
donde fuimos recibidos con los brazos abiertos y el pastor Sr Juan Calvet
enseguida me dio la oportunidad de predicar el Evangelio lo cual se ha
convertido poco a poco en mi ministerio.
- Hermanos si publican este testimonio recuerden
que yo estaré cumpliendo mi parte del trato, aquel trato que hice con Jesús;
"Contarle a todo el mundo las maravillas que El ha hecho en mi vida."
Que el Señor les bendiga, les guarde y ensanche
su ministerio para mayor gloria suya.
Pablo Torres Barrios
Fuente: http://www.ungidos.com/ta.html